EL CÍRCULO DE LAS HOJAS

En los confines del invierno, se habla de un antiguo rito: el Círculo de las Hojas. No era un lugar físico, sino un espacio invisible donde las almas se reunían para celebrar la renovación, incluso cuando todo parecía dormido bajo el frío.

Allí, las hojas no caían: danzaban en círculo eterno, portando consigo la esencia de la vida. El hibisco, rojo y vibrante, invocaba la pasión latente; la mandarina, fresca y luminosa, abría el camino a la alegría; y el ámbar gris, misterioso y profundo, sellaba el conjuro con su manto de eternidad.

Encender esta vela es formar parte de ese círculo secreto: dejar que la fragancia te envuelva como un baile encantado y sentir que cada chispa de luz renueva el espíritu, recordando que incluso en el invierno más silencioso, la vida nunca deja de danzar.